16.3.08

conversaciones musicales

Últimamente atraigo a los músicos cincuentones, está claro.

El otro día fue en la cola del súper. Un hipie de la vieja escuela con acento portugués me preguntó que cuántas piscinas había hecho. Supongo que me vió con la bolsa del gimnasio y el pelo mojado e imaginó que nadaba. Por qué se le ocurrió preguntarme, eso ya no lo sé... A su interrogatorio reaccioné bastante ranciamente y le dije que ninguna, para ver si así me dejaba en paz. Era las nueve de la noche de un día entre semana, y yo sólo tenía ganas de llegar a casa y tumbarme en el sofá...

Pero unas milésimas de segundos después me vi a mí misma como una estúpida y una amargada. Me giré, le sonreí y le conté que yo no nadaba, que prefería la gimnasia, que daba menos frío. Estuvimos hablando lo que duró la cola, y descubrí que era alemán de nacimiento aunque hacía treinta años que frecuentaba el Brasil. Y que su cara me sonaba porque es el señor que siempre toca bossa nova frente al museo Picasso. ¡Cómo no me iba a sonar, si desde hace años paso por delante suyo una media de cuatro veces al día!

Hoy ha sido en el gimnasio. Esta mañana he ido a tomar el Sol a la terraza del Club. Se presentaba una mañana de lo más relajada, con el periódico, mis cigarrillos y unas mandarinas para matar el hambre hasta la hora de comer, cuando de repente el hombre que estaba en la tumbona de al lado me ha pedido el periódico para mirar a qué hora daban la Fórmula 1. A partir de ahí han sido más de dos horas de conversación. Esta vez, en lugar de comenzar groseramente he decidido ser simpática de entrada, supongo que que te intercepten un dominigo por la mañana es distinto a que lo hagan un martes por la noche...

Resulta que éste también era músico, pero de jazz, y trabaja en una tienda de instrumentos en la calle Bonsuccés. Originario de Galicia (A Coruña para más señas) pero residente en Barcelona desde hace 28 años. "Los mismos que yo", le he dicho. Desde ese momento he visto como, al menos un poco, disminuía su interés por ligar conmigo. Su cara también me sonaba, así que preguntando, preguntando he descubierto que es uno de los músicos que hace años tocaban jazz en la plaça del Pi. "Buenísimos", le he dicho.

Pues nada, a ver si sigue la racha y un día de estos me topo con Sabina y me pide la hora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La última vez que pedi la hora, me dieron la unaaa las dosss y las tresss lalalala.