22.11.08

el abrazo

Abrázame.

Es todo lo que quería decirle mientras él le explicaba las experiencias vividas en los últimos meses, el daño que hace probar de tu propia medicina, lo difícil de vivir cuando uno se siente pequeño y frágil.

En realidad hubiera querido decirle lo jodidamente jodido que es sentirse un día la mujer más afortunada del mundo y al siguiente la más desgraciada; hubiera querido saberle contar que tiempo atrás ella era inmortal, cuando despertaba abrazada a su lado; hubiera querido confesarle que, desde entonces, había amanecido al lado de otros que la respetaron mucho más que él pero que un minuto después de que el despertador sonara sobraban en su cama...

Pero ahora todo daba igual, le volvía a tener enfrente, ya no tenía sentido contar nada de eso, ya no había lugar para los reproches... ahora sólo quería un abrazo, aún sabiendo que por nada del mundo quería regresar a la casilla de salida, ahora tan sólo quería un e-ter-no a-abra-zo.


Y sin saber si él fue capaz de leer su mente o quizás, extrañamente, por una vez entendían el amor de la misma manera, la abrazó. Y el tiempo se paró para ellos... Un largo abrazo les unió esa noche y les hizo perdonarse, el uno al otro, el otro al uno. El despertador sonó y siguieron abrazados... Cinco, diez, quince, veinte minutos más... quién sabe. Paradojas de la vida, quién más tenía que sobrar en su cama seguía sin sobrar. Y se fue si haber sobrado en ningún momento.

La sensación había sido exactamente la misma que tiempo atrás, ya nada era igual, pero que más daba, una vez más, un perro y un gato se habían vuelto abrazar.

14.11.08

todo y nada

Sólo tú y yo sabemos que queriéndolo decir todo, no ha significado nada.