No es empatía, es otra cosa
Lo veo a lo lejos, levanto las dos mano y lo saludo con gestos. Nos vamos acercando por el paseo y cuando está suficientemente cerca para oirme le digo -¡hola Mat!, ¡cuánto tiempo sin vernos!
- Sí, ¡mucho tiempo! ¿cómo te va todo?, me contesta él muy animoso.
- Bien, bien. Ahora mismo vengo de la plaza pero, como siempre, sin tiempo para pasaros a saludar. A Marisa también hace tiempo que no la veo. ¿Cómo está?
- Bien, supongo. Yo también hace tiempo que no la veo.
Noto como mi rostro palidece de golpe y veo que he metido la pata. No hace falta que me diga más...
- ¡Ostra!He metido la pata, me sabe mal...
- Nada mujer, pero mejor cambiemos de tema.
Hablamos del tiempo, de lo que se ha llenado el barrio de turistas,quizás más que otros años. De lo bien que me queda mi nuevo color de pelo y de lo chulo que es su nuevo tatuaje.
- Bueno Mat, me ha alegrado verte. Cuídate mucho. Y sé feliz.
- Sí, así es la vida. De golpe te caen tres tortazos y no sabemos muy bien de dónde viene. Pero luego te levantas y tienes que continuar, no hay más.Cuídate tú también.
Me voy, paseo a bajo, y descubro que su ruptura me ha dolido a mí también. Hacían tan buena pareja, y ahora se acabó todo. Entonces descubro que los ojos se me están humedeciendo, pero en realidad tampoco les conocía tanto...
Lo que siento no es empatía, es otra cosa.
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